sábado, 24 de diciembre de 2011

Capítulo 19 - Mojados

Subí a la habitación, entre y revise que no se me haya quedado nada, me recosté en la cama mirando al techo y respirando hondo, de pronto se cerró la puerta.

"¡no te irás sin antes ser mio!" - Dijo esta pequeña niña, la miré y le dije - "Sabes, eres muy insistente, haz lo que quieras" - Palabras mias mientras me levantaba de la cama, me acerqué a ella la tomé por el brazo y la jalé a la cama. Decidí que si iba a vivir como un prófugo y me iría del pueblo, pues sin concluir esto que ella había iniciado.

Pero prefiero mis queridos lectores, que sea ella quién se los cuente:

(Del Blog: http://www.huellas-indelebles.blogspot.com/ - "MOJARTE ES UN ARTE")


Ve despacio, suavemente, que lentamente mi lengua te alcanza.

De un lado para otro, mis brazos al rededor de tu cuello, mi mano alcanza tus cabellos y los presiono contra mí, tú al sentirlo me aprietas contra tu pelvis, poco a poco la calentura sube, mi mente se pierde.

No puedo más, te necesito aún más cerca.


Sin dejar tus labios me siento en la cama, ven conmigo, acuéstate aquí, porque es el momento de seguir.

Me voy hacia atrás y tú sigues cerca, sin darme cuenta estás encima mío.

Tus labios bajan al rededor de mi cuello, yo solo cierro los ojos y lo siento placentero.

Regresas a mi boca y tu lengua es una delicia, siento entre mis piernas un calor incontrolable y la humedad que se acerca.

Sin pensarlo, mis piernas están alrededor de tus caderas, tú bajas y subes haciéndome sentir en las nubes... sigue, amor, sigue, con más fuerza.

No puedes parar, tu respiración se acelera y tus manos quieren más... no me opongo, pues yo me comportaré igual.

La ropa estorba, quítatela ya.. pero en vez de eso, paras ese intenso beso y te alejas.

"¿Qué sucede? ¿qué anda mal?."
"Eres una niña... yo mayor de edad".


Dicho eso, me puse la camisa, y salí del hotel corriendo, yo no me había podido permitir eso, ¿en qué estaba yo pensando?. Al salir me topé con el inspector, quién me persiguió llamándome por mi nombre, por las calles.


Su piel, era tan delica y dulce, pero era un delito que no estaba dispuesto a llevarme en la conciencia, aun que aun asi pensaba en la delicia de su primera vez, ser yo la persona que ella quería para quitarle la inocencia que había camuflado con aquellas actitudes de femme fatal, pero seguia siendo una niña. ¡quería regresar al hotel y realizar su deseo, darle satizfacción a su necesidad de sentirse mujer, pero tenia que calmarme ya que no me podia seguir permitiendo pensar esas cosas. "¡es una niña!" repetía en voz alta y en mi mente, "que te desea y ahora tu también"... No podía seguir pensando así, necesitaba ayuda, algo que me saque de este sentimiento contrariado de deseo y culpabilidad, mis piel ya había tocado su piel y era como que necesitaba tenerla entre mis brazos y amarla, pero no podía quetarme de la sensación de suciedad de mis pensamientos y la imagen de la niña con la paletilla roja.





De pronto sólo me detuve intempestivamente y grité hacia el cielo "¡BASTAAA!" Respirando agitado, bajando las manos, miré luego y estaba frente al teatro de San Abelardo donde noté que en los anuncios se estrenaría una obra de mi gran amigo Alberto Casas. Miré sin comprender.
Saqué mi cajetilla de Mrah. mentolado sin despegar la mirada de los anuncios del teatro, entonces:

"¡MIERDA!" - Lo último que escuché fue un claxon y el chillido de las llantas. La cajetilla de cigarrillos quedó en el piso.













FIN





CRÉDITOS Y GRATITUDES:


A María principalmente por permitirme desenvolver el otro punto a manera de historia de su publicación, me sacó de un momento de desesperación y falta de creatividad tremenda.


Cada una de las personas y objetos que aqui se han mencionado. Realmente existen, han sido representados como una persona u objeto por considerar su participación necesaria para el correcto desenvolvimineto de la historia.


A los lectores que han seguido esta historia con sus demoras, errores y demás. Se que en algunos capítulos posiblemente no les he satizfecho, pero creo haberlo compenzado en los posteriores


Les recomiendo:






¡GRACIAS!


Renatho Q.

Capítulo 18 - Recuerdos

Puse mi maleta sobre la cama, saqué la ropa y las cosas del baño junté todo, comence a doblar.
"¿Aló? Administración por favor y la cuenta también. Si yo espero, gracias."
Me quedé parado mirando todo, y entonces recordé...

"Meira, ¿seguro estarás bien quedándote sola?" - Le pregúnté, estaba ella sentada en la sala de la casa, leyendo un libro con la ténue luz de la lámpara de aquella mesa que mi papá había tallado - ¡Claro! - contestó ella - descuida, el niño está dormido arriba y tus padres regresarán en una hora y podré ir a casa. - Tomándo la libreta de apuntes y un lapicero le dije: "Aquí estan mis números también".

Al regresar de aquella velada tan emocionante en el teatro del pueblo, donde mi gran amigo Alberto Casas había estrenado su grán obra, vi que las calles estaban cerradas, los vecinos en las calles y patrulleros en la puerta de mi casa. No lo podía creer, qué habría sucedido, yo estaba seguro que era en la casa del vecino y con tantas patruyas había abarcado la calle, pero mi sorpresa fué otra al llegar a la puerta.
"¿Qué paso?, ¡OFICIAL! ¿Qué pasó? - Le dije mirándo soprendido, sacaban un cuerpo en una camilla - ¿Vives acá? - preguntó el oficial - ¿Qué esto significa? ¡ALGUIEN EXPLÍQUEME CARAJO QUE MIERDA PASA ACA! - Escuché una voz gruesa - ¡TRANQUILO HIJO!, ya nada se puede hacer - Extrañado por esa respuesta pude notar que el brazo que colgaba de la camilla era de Meira, estaba con sangre.
La señora de la casa del frente me jaló por le brazo y me dijo: "ven pequeño tus padres están en mi casa - De pronto escuché a mi padre: "¡HIJO! que bueno saber que estás aquí... - y mi madre llorando.
Aquella vecina insistió que fuera con ella a su casa mientras mi padre, acompañado por mi madre entraban a la casa para hablar con el oficial de policía encargado. Acercándome una taza de té, se sentó frente a mi en la mesa de la cocina y me explicó que alguien había entrado a la casa a robar, aparentemente el robo había salido mal, cuando pensaron que no se encontraba a nadie dentro de la casa. Meira descubrió al asaltante y ese la atacó con un lapicero, clavándoselo en el cuello, matándola de inmediato. Sólo habían encontrado un par de guantes en el piso.

De pronto me ví en el piso escuchando los vidrios de la casa romperse. Mi casa había explotado con todos adentro.
Me fuí de mi pueblo por que sólo quedaba el lapicero con el que le había escrito mis números a Meira con mis huellas, era la única prueba y sólo me incriminaba a mi, además que cada vez que andaba por las calles, podía escuchar a la gente decir a mis espaldas que lo había hecho por cobrar le dinero del seguro y los ahorros de mis padres. Y eso fue lo que hice, el seguro pagó, tomé el dinero del banco y sin decir nada me fui. viajé de pueblo en pueblo hasta que llegue a San Abelardo, donde pensé que empezaría una nueva vida y que ahora veo que estoy condenado vagar como un desterrado.

Sonó el teléfono: "¿aló?, si ok. Gracias" - El Sr. Arevalocilla estaba subiendo a mi habitación. Abrí la puerta para esperarlo.
Después de agradecerme y tomar con él una de sus botellas de vino más preciadas, mientras le contaba lo que líneas más arriba había recordado, él insistió en que me quedara. Le agradecí pero igual mi desición ya era firme. Continuamos conversando de muchas cosas más. Me pidió que me quedara esa noche y que viajara por la mañana temprano. Accedí.

A la mañana temprano, pedí que uno de los botones me ayudara a abajar mis cosas, dejé la puerta de la habitación abierta y entré al elevador.

"Es una verdadera pena que se vaya Sr." - Me dijo el botones, sólo atiné a meter la mano al bolsillo y darle una buena propina al llegar al mostrador.

Le pedí a la recepcionista me llamara un taxi para que me llevar al terrapuerto del pueblo, allí elegiría mi próximo destino. Mientras esperaba tenía la sensación de que algo me había olvidado en la habitación, asi que decidí subir.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo 17 - Ya es Hora

"¿Y eso fue lo único que usted vio?" - Preguntaba el inspector mientras apuntaba en su pequeña libreta, mirándome de forma inquisidora - "Si jefe eso fue todo" - contesté - "debemos llevarlo al hosppital para asegurarnos que ud. está bien" - Dije el paramédico - "Te lo agradezco, pero sólo quiero descanzar" - Me quité la manta que me habían puesto y bajé de la ambulancia.
"Cualquier cosa que recuerde llámeme, aquí le doy mi tarjeta" - Dijo el oficial. acenté la cabeza y me fui. Sentía mientras me iba el oficial no me quitaba de encima la mirada, pero no reparé en eso y me fui rápidamente.
Llegué al hotel, pasé de frente hasta el elevador y subí. Ya en mi habitación me sentía raro, desencajado, ido, pero a la vez nervioso. Pense que no era la primera vez que veía un muerto y mucho menos lo tenía tan cerca. Fue por eso que me fui de mi pueblo dejándo todo atrás y terminé en San Abelardo.
¿Tal ves sería una señal de que tenía que irme?, ¿era le destino que siempre me haría ver cosas asi?. Sonó la puerta y la abrí.
"Adelante" - Dije sobándome el ojo derecho y caminando a la cama - "¡HOLA! - Dijo ella - ¿cómo estás? - Giré la cabeza y estaba esta mocosa allí, no era algo que me importara en ese momento, asi que la dejé pasar - te vez mal, ¿qué te sucedió?" - Le conté y se quedó perpleja - ¡no lo puedo creer! - Dijo ella, sentándose a mi costado, mientras miraba al piso - debes estar bastante contrariado, pero no te sientas asi - me tomó la pierna, y buscó mi mirada - yo no quiero verte asi - llevó su mano a mi rostro, yo aun no podía salir del asombro de lo que había vivido y no prestaba atención - a lo que ella hacía y muy suavemente susurró - ¡hey! - regresé de la contrariedad y me besó, no podía creerlo estaba aprovechando que estaba mal para aprovecharse de mi y la estaba dejando hacerlo, ese beso me estaba sacando del estado de malestar en el que me encontraba y me estaba llevando por un camino que no conocía, decidí no pensar y reaccionar.
Me fui recostando en la cama y dejando que ella se posara encima de mi, le tomé por la pierna derecha y fui subiendo por su vestido, casi cada vez más y más arriba. Cuando llegue hasta sus nalgas ella paró de besarme y me miró fijamente, suspiró y sonrió. "Entonces, creo que porfín me comprendes. ¡ESTO - metiéndo su mano por debajo del pantalón y tocándome - ES LO QUE QUIERO!" Como si por algún mágico motivo sentí que mi cabeza regresó de dode se hubiera ido y que mi conciencia estaba de vuelta - "Esto no debió pasar" - Me paré y salí de la habitación, fui por las escaleras bajé y bajé hasta que me detuve a unos pisos de la recepción y solté a llorar.
"¡Hey, joven amigo! - Dijo el Sr. Arevalocilla - ¿qué le sucede? ¿Está ud. bien?" - "¡YO LA DEJÉ!, ¡SEÑOR AREVALOCILLA YO LA DEJÉ!" - no entendía ni yo mismo por qué lloraba - "si tengo conocimiento de lo que ud. a vivido hoy, el inspector vino al hotel" - Lo miré secándome las lágrimas, le tomé las manos y le dije -"Sr. Arevalocilla ud. ha sido muy bueno, pero ya es hora de irme - "vaya y descance - Dijo él - Mañana ya hablaremos de eso, está ofuzcado y confuzo por lo que pasó hoy - Sólo sonreí y subí las escaleras. Quería confesarle lo que había pasado en mi habitación.

Llegué a la puerta y estaba entre abierta, pero no quise entrar, tomé el elevador y salí del hotel. Mientras caminaba a la tienda del frente a comprar una cajtilla de Mrah. mentolado, cuando salí vi a una persona que tenía razgos de oficial mirándme, como siguiéndome. Me puse nervioso, me iban a investigar, iban a saber de donde era y por que me fui de mi pueblo. Caminé presurosamente por la avenida, dejé caer la caja de cerillos, al recogerla pude notar que esta persona me seguía, entonces decidí enfrentarla. "¿Qué quieres? - pregunté de forma prepotente - ¿qué quieres de mi?" - El tan sólo atinó a mirarme como extrañado, agestó el rostro y continuó su camino, unos pasos lejos de mi pude ver que tomó el celular y llamó a alguien, seguro al inspector, estaba jodido. Debo irme de aquí.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Capítulo 16 - La Diseñadora

Desperté con el control remoto en la mano y la televisión prendida, era Jueves y hoy MA C. A. BIAG. estaría en el centro comercial, debía vestir uno de sus ternos para ir a verla.

Saqué uno que tenía, cuando le quité el forro protector lo miré fijamente y me recordó muchas cosas del pasado y el por qué había tenido que irme y llegar a San Abelardo, respiré hondo y con una extraña alegría me lo puse. Era negro con rayas muy finitas de color azul en otra calidad de tela, hecho a mano y bajo pedido, firmado con una etiqueta hecha a tambiéna mano por la diseñadora, como ella acostumbraba poner, fiel a su estilo a los ternos a medida.
Elegí una camisa blanca especial para terno, sin bolsillo y una corbata azul muy oscura. ¡Estaba listo para ir!

Salí del elevador y caminando por la recepción del hotel escuche la voz de la recepcionista: "¡que guapo!" - giré la cabeza y me detuve, la miré con gesto extrañado y cambiándo a una sonrisa galanteadora "¿Tu crees?", "¡Claro! - contestó ella - pero debe ser el terno y la colonia". Escuchaba eso mientras me iba acercando al mostrador, lo cual hizo que me sonrojara quitara la cara de seductor y le dijera: "por favor, que me cambien las toallas"

Ya de camino al centro comercial, podía ver por todas partes los anuncios y la cantidad de gente que hablaba del tema. Escuché por una de las radios de los de seguridad del centro comercial que MA C. A. BIAG, pasaría por la puerta principal para hacer su ingreso, me dirigí para allá.
Ya en la puerta, pude ver como dos motos de policía cerraban el tránsito para abrirle paso a la lujosísima limosina que la trasladaba, ella fiel a su estilo y como había salido en todas las revistas, con un vestido blanco que parecía de novia algo exagerado, con un ramo de flores y dando besos al público que la saludaba. Pense que era un poco extravagante, se lo comenté a un anciano que vió la misma escena a mi costado, coincidió conmigo pero acotó que ella era si y que hacía mucha obra social, siempre hacía donaciones a los orfanatos y casas de reposo, además había contribuido con una campaña millonaria con casi el 30% de su fortuna para evitar el habmbre y el frio en zonas de extrema pobreza del mundo. Le escuché y pense: ¡y asi yo me consideraba fan de ella!

La gente se acumuló para verla sin atropellarse, lo cual era raro en este tipo de eventos en este pueblo donde la gente aglomera, había algo que no estaba bien, se sentía en el ambiente.

La limosina se estacionó y las motos de policias se fueron. Ella bajó sonriéndo, detras de ella bajaron los dos agentes de seguridad que siempre la acompañaban a todos lados, se rumoreaba que hasta se paraban en la puerta del baño en su mansión. Era uno de ellos de cabellera rizada y larga el terno le apretaba de tanto músculo, con lentes oscuros, de tez blanca y serio, le decian "Il Italiano" de quien se rumoreaba que era homosexual. El segundo un poco menos fornido, parecía tener ascendencia árabe, de cabellos también rizados pero cortos y moreno, igual con lentes, se notaba que llevaba un arma en la cintura, daba la apariencia de que tenia una bomba amarrada al cuerpo. Caminaron junto a ella.
Mientras avanzaba, la gente aclamaba su nombre "¡MA C. A. BIAG.!", decidí hacerme un poco hacia atras y buscarme un sitio en la sala acondicionada para ella. Antes de entrar, me fumaría el último Mrah metolado que me quedaba, pero por una torpeza mia dejé caer la cajetilla al piso, me hice hacia abajo rápidamente para evitar que la gente lo fuera a pisar y en ese momento sentí que alguien desde atras mio se impulso por encima de mi espalda y sólo escuché disparos, la gente salió despavorida del lugar, yo me cubrí tirándome al piso y cerrando los ojos.

Dentro de la confusión perdí la capacidad de escuchar por unos segundos, luego abrí los ojos.
Cuando me reincorporé, pude ver a una pequeña persona cayendo al piso y gritando: "¡ESO ES LO QUE TE MERECIAS TRAIDORA!" cuando dijo eso vi que llevaba una capucha, la cual se le salió al girar la cabeza para ver que había logrado su cometido, mientras corría por la calle. Pude ver su cabello casi naranja y unos ojos que estaban cargados de ira y odio, mezclado con satizfacción, ocultos detrás de unos lentes de marco rojizo y de lunas semi oscuras, de esas que cambian con la luz del sol.

Pude ver a "Il italiano" y a su compañero, muertos en el piso, cada uno con un certero disparo en el corazón, ensangrentados. Era una escena terrible, estaba agitado, desesperado, no había nadie más en la calle, me sentí perdido. Traté de calmarme, de pronto sentí algo pesado en las piernas, temeroso bajé la mirada y era el cadaver de la diseñadora más famosa del mundo con un disparo en el centro de la cabeza y otro en el corazón. Grité tanto que me desmayé.

Capítulo 15 - Apuesta

"Sr. Arevalosilla, en realidad lo siento, es que ya estoy cansado de estas cosas... ¡me tienen loco! La verdad no me quiero ir del hotel por que me siento como en mi propia casa. Bueno, cuando la tenía."
"Pero mi estimado joven, usted nunca me ha contado de donde viene - decía el esto mientras se sentaba y acomodaba su Rolex Villegano con diamantes incrustados - bueno ya está bien, dejemos el incidente allí, es usted un muy buen huésped, por ende lo pasaré como gastos de mantenimiento. Pero procure que esto no pase de nuevo."
"Mi historia Sr. es larga y algo penosa... Vamos al bar y conversemos de otras cosas, creo que hay un partido que están pasando en la TV, en diferido"
"Espectacular mi amigo" - no podía dejar de ver su fabuloso Rolex Villegano, ,e hacía sentir una basura con el mio, que también era de la serie Villegana pero de menor categoría.

Ya en el bar, mientras empezaba el partido, que por cierto, era la segunda mitad, vi un anuncio: "¡SAN ABELARDO ESTE JUEVES LA GRAN MA C. A. BIAG. estará en la tienda por departamento, dando consejos de moda y autografiándo su primer libro, ¡no te lo pierdas!"

"Mis mejores ternos son de ella ¿sabe?" - Le dije muy animado por eso al Sr. Arevalosilla, quien me miró con le rabillo del ojo y me dijo: - "Si yo tengo uno que otro, pero no son mis favoritos. Tengo unos más finos de tela europea" ¿Primero el Rolex y luego esto? me quedé en silencio esperando el encuentro de futbol.

Unos cuantos tragos después decidí hacerle una apuesta, era algo fácil si mi equipo perdía el debía darme ese Rolex, de lo contrario yo quemaría uno de mis ternos. Él aceptó.
"Debo reconocer que no soy bueno con las apuestas - Me decía el algo molesto por perder - pero un caballero con palabra debe honrarla, aquí está." - Me salí con la mia.

Subí a mi habitación, sintiéndome feliz por haber ganado. Por algún motivo decidí abrir despacio la puerta y pude observar que esta mocosa del demonio se había metido, estaba en el baño pasando mi afeitadora por su rostro, iba a entrar y sorprenderla. Decidí seguir mirándola.

Estaba ella subida en una silleta que había en el baño mirándose al espejo, pero luego como si de alguna manera supiera que era observada, sin quitar la mirada del espejo sonrió, se quitó el pantalón que era de esas telas que se pegan al cuerpo y estiró su pierna, de tal manera que desde la punta de su pie hasta el muslo era una sola línea. Estaba asombrado, sentía que la respiración se me aceleraba, no sabía si por susto o excitación, ya no encontraba respuesta a los sentimientos que me generaba esta mocosa ¿era tanto su deseo hacia mi?
Fijé la mirada nuevamente y pude ver que pasaba el punte de sus dedos, tras el camino de donde fingía afeitarse las piernas, no podía creer que cada vez iba subiendo más y más. Rogaba que se detuviera, no era algo coherente lo que estaba observando, hasta que de pronto tanto su mano se perdió entre sus piernas y la expresión de su rostro cambió. Se miró fijamente al espejo, pude ver como esa sonrisilla malévola cambió pronto a una cara que nunca le había visto, podía ver como su mano seguía entre sus piernas y su sojos se cerraban. De pronto un sonido, era la afeitadora que ella había dejado caer al suelo, eso la detuvo. Aproveché el momento para hacer el que tenía problemas con la tarjeta en la puerta para advertirle de mi llegada a la habitación y me hice el sorprendido.
"¡HEY!, ¿qué haces tu aca? - dije supuestamente asombrado - pero como le haces para meterte ¿es que acaso no sabes respetar la habitación de los demás? ¡te exijo que te retires ya mismo!" Seguí avanzando hacia mi cama y dejé mi saco allí "anda apúrate vete de una buena vez y no vuelvas a entrar" Me miró con cara de culpabilidad saliéndo del baño y se pegó de espaldas al cosatado de la puerta como queriéndo decir algo pero no la dejé "¡YA VETE DE UNA BUENA VEZ AHORA!" grité entrando al baño por su costado. "¿Qué hace esto en el piso? ¡DIME! - mientras tomaba la afeitadora - Estas cosas son de uso personal, ¿ACASO NO SABES ESO? ¡¿AH?!" Ella, cual gato se iba enrollando en ella misma mientras se empujaba contra la pared como si tuviera a donde más ir.
"¿Qué haz hecho con esto? - pregunté - ¿qué haz hecho?, estoy harto de ti, siempre es lo mismo..."
Gritó ella con la voz entrecortada "¿es tan dificil de entender? ¡ TE DESEO! - interrumpiéndola grité aun más fuerte - "¡FUERA! la próxima vez que vea una sola huella tuya aquí o sepa que haz entrado llamaré a tus padres y al administrador, ¿entendiste?" - Salió ella corriendo y llorando.

Tiré la puerta de la habitación, me recosté en la cama y busqué una película.

domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 14 - Tengo ganas de ser aire

Decidí ir a la dirección del papel que me había entregado este señor de mantenimiento, casi llegue a las afueras de San Abelardo. Era una casa mediana no era muy vistosa, entonces toqué el timbre. "¡hey forastero! - gritó un viejo hombre que venia a lo lejos en la calle - Allí ya no vive nadie; hace poco se mató el pobre tipo que vivía allí, ¿era usted familiar de él?"

Miré hacia abajo, en mi mano estaba el aquel papel... lo arrugué y sólo contesté "lo siento, creo que me equivoqué de casa"

Me quedé pensando en el por qué de esa reacción, caminaba hacia el hotel, algo ido con mi Itoct a todo volumen, cuando de pronto al cruce de una esquina sentí un ventarrón de aire en mi cara que me detuvo, sentí como mi chaqueta se hacía como una capa. Me dejé llevar, cerré los ojos y respirando hondo, sonreí. Continué mi camino de regreso, mi Itoct sonaba algo raro entonces me detuve a revisarlo y nuevamente el ventarrón. Mire concentrado de frente con el Itoct en la mano y serio, acenté la cabeza levemente y continué. Tan sólo 4 cuadras luego me detuve en un semáforo, nuevamente esa sensación que traía el aire me embargó, esta vez fue más extraño que las anteriores ya que fue en vez de algo fresco, algo frio y con miedo.

"...¡Muévete! ¿acaso no vez la luz? ¿estás ebrio?..." - escuché, giré la cabeza y yo estaba al medio de la calle obstaculizando el tránsito de los autos. Pensé, ¿Qué carajo, en qué momento me moví?

Llegué al hotel pregunté al recepcionista si había algo para mi, continué mi camino. Ya en el elevador pensé que sucedería lo que,cada vez que salgo y regreso, sucedería.
Me extrañó ingresar a mi habitación sin ningún sobresalto, me recosté en la cama colocando las manos como almohada y mirando al techo, con la mente en blanco y sin dejarme preocupar ya por nada más en este dia.

Las almohadas tenian un olor particular, no era el del típico suavizante con el que las lavan, era algo más concentrado o más femenino. Noté que mi cama tenia el mismo olor, entonces la destendí y encontré ropa interior femenina debajo de las sábanas, el olor fue más fuerte aún y una hoja al cosatado de esto. "... hoy estuve en tu cama, la disfruté tanto que necesité sentirla con todo mi cuerpo..." Jalé una silla, me senté al costado de la cama y prendí el último Mrah mentolado de la cajetilla que me quedaba. "...Recepción, ¿En qué puedo ayudarle?..." - "...Señorita por favor, ¿podría usted enviarme sábanas, almohadas y todo lo necesario para la cama?..." preguntó entonces ella extrañada - "... Sr, ¿No han entrado los de housekeeping a limpiar su habitación? ¿la encontró sucia?..." contesté tranquilo y con la mirada perdida en la cama - "...Si señorita, pero apagué el cigarro en ella y ahora se está incendiando..."

domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo 13 - Bus

Salió ella de mi carpa, tomó su mochila que estaba por dentro y reunió a todos. " Es hora de bajar, ya esta oscureciendo" luego salí yo y los turistas me miraron, mientras ella daba instrucciones, me sentía lijeramente avergonzado, en la carpa no habia pasado nada, simplemente nos habiamos conocido mejor... conversando.

De camino al bus y por el lago Bastyn uno de los turistas me preguntó en su mordisqueado español: "¿hey tu fuck the chica?" me puse rojo como un tomate y acelerando el paso segui bajando.



Ya en el bus, la ayudé a organizar las mochilas en el compartimento del bus mientras ellos subian. Ya cerrando la puertezuela ella me miró y me dijo: "quiero ser sincera contigo, entré a tu carpa con intenciones diferentes, más que hablar... pero me resultaste muy interesante y contigo me sentí tan bien que no quise arruinarlo" Sólo le sonreí, le tomé al mano y subí al bus. Ella se fue al costado del chofer y yo a mi asiento. Regresando a mitad del desvio que habiamos tomado para ir a las montañas Paikas, miraba por la ventana la vegetación, concentrado pensando en muchas cosas cuando sentí que ella se sentó a mi lado, giré la cabeza y ella tan sólo se recostó en mi hombro. Quedé dormido.



El bus paró, por el altoparlante el chofer indicó que esa era mi parada, la puerta del hotel.

Después de despedirme de ella, tomé mi maleta del compartimento, lo cerré y el bus partió.

La recepcionista me recibió de forma muy efusiva "¡Que tal la excursión, espero le haya agradado el viaje!" me quedó mirando con una sonrisa de oreja a oreja, "¡Fue una tarde bonita!" todo lo que contesté. Ya en el ascensor, temí que la pequeña mocosa estuviera en el pasadizo y me hiciera la conocida escena, ya que ella tenia la costumbre de tomarme por sorpresa allí siempre.

Me pareció muy raro que no pasara nada entre la puerta de mi cuarto y la del ascensor. Encendí las luces, puse la maleta encima de la cama, saqué mis llaves y efectos personales encima del tocador y noté algo raro, habia un escrito con lápiz labial color rosado "¿donde estás? ¡te estuve esperando todo el día!"



"¿Aló? si señorita, inmediatamente le agradecería me comunique con el Sr. Arevalocilla. No, pero si es urgente que me comunique con él."



"¡Sr. Arevalocilla! - exclamé - que bueno verlo, quiero enseñarle esto". Soprendido por la escritura, me dijo que no habia habitación disponible para mi cambio ya que había llegado una comitiva de gente de una gran marca de moda y lo que en cambio podia hacer era, ya que en el hotel estaban cambiando las cerraduras normales por tarjetas electromagnéticas, podía pedir que la siguiente habitación sea la mia.



A la mañana siguiente me despertaron temprano los de mantenimiento del hotel, iban a cambiar la cerradura. les dejé trabajando. Prendí mi laptop y comencé a navegar, me distraje por la internet. "toc toc, hola mi amor ¿dónde habías estado?" me sentí avergonzado, los de mantenimiento del hotel me miraron con el rabillo del ojo y sentí que me había puesto rojo tomate nuevamente. "lárgate mocosa impertinente estoy harto de ti, ¿es que siempre vas a estar con tus ilusiones? entiende, ¡entre tu y yo nunca habrá nada, ni hoy, ni nunca!" terminé de gritar, parándome de la silla y totalmente enfurecido.
Ella salió corriendo de la habitación.

En ese momento me sentí mal por mi actitud, pero a la vez estaba convencido que era lo mejor para deshacerme de ella por ese momento. Uno de los empleados que estaba arreglando la cerradura, me dijo "Señor, no es por nada pero en realidad esa niñita es la maldición de este hotel" le pregunté por que es que me decia eso y me entregó un papel con una dirección, decidí que habia que investigar.